En nuestro plano de vida
el tiempo pasa,
nada es estático,
todo es distinto a lo que fue.
Lo nuevo es efímero,
lo viejo también;
personas, objetos y cosas,
todo tiende a desaparecer.
Y yo me pregunto:
¿Qué valor tiene
estar persiguiendo
aquellos sueños que no pueden ser?
Disgusto, dolor y locura;
gozo, felicidad y cordura,
sumergidos en el océano
de un eterno renacer.
Por eso, en el ahora,
me aparto de los hechos
y siento cada momento
como una primera y última vez.
Pienso que es lo correcto
atesorar lo que aprendo,
un elixir que alimenta
y que ilumina mi ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario